El pequeño Leighton nació 17 semanas antes de lo esperado; a las 23 se manas y con un peso de 760 gramos. Su madre, residente en Perth, Australia, estaba aterrorizada ante sus pronósticos de supervevencia, pero gracias a los médicos, que llegaron a meterle en una bolsa de plástico llena de oxígeno para
ayudar sus pequeñísimos pulmones, el bebé logró sobrevivir y hoy es un niño sano.
Entonces, los pronósticos respecto a su supervivencia no eran nada optimistas, pero gracias a la inestimable labor médica, el pequeño, de nombre Leighton logró aferrarse a la vida y sobrevivir.
“Estaba aterrorizada”, asegura ahora su madre, Bree Viner, residente en Perth, Australia, consciente de la difícil situación en la que se encontraba el bebé.
“Sentía que si le tocaba estaba a punto de romperle. Era tan pequeño y tan frágil…”, relata, en declaraciones de las que se hace eco
Daily Mail, rememorando el duro momento que afortunadamente ya ha dejado atrás.
El procedimiento, que es parte de una tecnología aplicada a
bebés prematuros,
no estaba exento de riesgo y podía suponer
problemas a largo plazo para el pequeño. No obstante, y tras las correspondientes advertencias efectuadas por el personal sanitario, contó con el beneplácito de los padres para ponerlo en práctica.